La ciudad ofrece un notable ejemplo de la Escuela Quiteña, que aúna las tradiciones artísticas indígena y europea y que tiene fama de ser la mayor aportación de la América española al arte universal. El apogeo de este arte está representado por verdaderas ciudadelas espirituales, entre las que se encuentran San Francisco, San Domingo, San Agustín, La Compana, La Merced, el Santuario de Guapulco y la Recoleta de San Diego, por nombrar sólo las principales. Estos son reconocidos no sólo por su valor artístico desde el punto de vista arquitectónico, sino también por sus elementos decorativos (retablos, pinturas, esculturas).